Amanezco entendiendo
El celeste liviano de mi sangre
El viento de anís rizado
Bordeando mis sombras
cubriéndome entre sus hielos certeros
Soy gigante y obsoleto para ser tan cierto
Soy amargo y directo al barro
Como los zapatos del viaje austral
Como la posa incesante.
Entiendo
El espejo del comienzo
Que parte sobre la imagen
Y yo tan real como perplejo
Comienzo en el ocaso
Entiendo
Brumoso el tronar de mis desganos
Entiendo la libertad con que se dice amor
Y entiendo la libertad para descansar en ello
Entiendo como nace la costa de su boca
Y entiendo que alguna vez la perdí
Así de pronto perdí la ruta
Y entiendo que pronto encontraré
palabras suaves
Como lilas o manos
donde depositar
Lo áspero del paso
Entiendo la lentitud
La esperanza, la lejanía
Pero no la razón…
Pero no la razón de las injusticias.