he creído en la sombra
que posterga su frío
he creído en las formas
que tome por destino
escuché algo de ti
que tocó mi última puerta
escuché algo de ti
que nombró mi última carta
he creído en los ojos
sin querer he creído
he creído en los viajes
en los caídos
que tanto miré
que tanto miré tras el hombro
he creído en el toro moribundo
en la espada profunda
en la muerte insensata
merecí no creer
merecí ser amenazado
detenido por los minuteros afilados
el tiempo debió tomar cartas en el asunto
debí ser ajusticiado
y escuché algo de ti
que tocó mi última pared
tras mi cabeza
escuché algo de ti
así como un quejido
como una verdad ignorada
como un susurro de niño asustado
he creído en ti
como el invierno
en la próxima primavera
¿acaso no se cansa la lluvia
de roer tanta tierra?
¿acaso no se cansa la idea
de no ser pasajera?
quien fuera
una distancia cualquiera
para no tenerte cerca
y dar la espalda desnuda
con las huellas de tus manos
al horizonte que destaca
por no tenerte como luna nueva
o como lago silencioso
esperando mi inmersión
he creído en mi propia inmersión
en mi cuerpo húmedo y tembloroso:
el agua de unas sábanas que dejamos
he creído tanto como he perdido
he creído sin querer
y nací
en algo nuevo
como una llave
que abre las heridas de las mañanas
y las cierra por las tardes.
he creído en mi respiración
tanto en ti como en el aire
tanto en ti amor
que he caído en otro cuarto
con otras montañas
con otras sábanas
con otros ríos
con otras ventanas
con otras lunas
he caído
y he creído: soy la llave del secreto
la puerta que cerró al viento.