evocación en una noche de lluvia

La noche que llena cántaros con penas
la tierra que en llanto avanza, la tierra
gira moldeando al hombre con sus suspiros
gira moldeando al hombre como la greda
la noche que llena cántaros con penas
golpea tejas, ventanas de hombres abandonados
insiste en encontrar caminos entre las grietas
humedeciendo con sus caricias diáfanas
el papel que resguarda, la llamada esperanza

el viento se tiende en la rama, que no se queja
adviento de redentor falso, este desierto invernal
en esa caída incesante, llega el lamento más lamento
mientras capullos colgamos, henchidos de vida
esperando la rama ceda agotada de su egoísmo
creeremos ser libres entre las sábanas de seda
que nos abrazan las palabras y jamás nos dejan

y una vez en pleno vuelo, tras tronchada la espera
miraremos los charcos que reflejan la vida encima
caeremos eternamente unos segundos en la mirada
caeremos, eternamente seremos tierra cubierta de nada.

el corazón se reparte en la techumbre a lo largo
incansables, sumergidos en las gotas, a lo ancho
despetalizar las rosas blancas que nos cubren, desnudarse
horadando el cielo de luces, las espinas que no se olvidan
repartimos los pedazos que nos quedan en silencio

difusos nuestros contornos, sobre le telón de lo incierto
las estrellas fugaces perdieron su identidad
en sus colas ya no quedan más deseos, sólo chubascos
repartimos los pedazos que nos quedan en silencio.

el cielo, azul de hielo congela nuestras imágenes
los deseos se esconden en las palabras por escribir

limonero fuerte y perenne
parra creciente agonizante
arena del norte enfriada en el sur
barro del sur de cristal en el norte

somos las nubes que reparten las migajas de la vida
somos las raíces sedientas que reclaman por su agua
¿hasta cuando esperaremos para vivir como los hombres?

y pasará todo esto inadvertido
susurro de un viento enardecido
porque el sentido, parece que ya no aguanta
el hombre ha decidido en su destino
errar arrastrado.

enterrada el alma.