domingo, 12 de febrero de 2012

Una forma de sanar

Mis oídos listos para el arribo
De los pájaros del mundo queriendo anidar
Una ráfaga de frío
me llega
Aquí dentro de mi cabeza alfombrada y cubierta de colchas,
Aquí, dentro la llama trémula crepitando cosas que pasan y pasarán.
Fuera un desconcierto concertado de violines y solos
Solos de puertas
Solos de ventanas
Yo desde cierto ángulo contemplando este espectáculo de las cosas
Las manos tiemblan casi imperceptiblemente
Como pequeños aplausos
Y sudan extrañezas o movimientos no realizados.

La conversación cae de una mesa silenciosa
Los cuartos se desnudan poco a poco gracias al tiempo
Los principios de la vida se desligan de sus madres
Los cordones no son umbilicales
ni mucho menos nasales: son frustraciones.
La respiración se aborda desde la mano en el pecho
Afirmo el corazón ante la cúpula del juez
que quiera detenerlo.
Un cuerpo fijo y un alma que gira en su eje me atan
la cama vueltas da sobre mis sueños
la luna se infla de amarillo y apenas se levanta
los ojos tienen una posa de barro y costilla
montañas enormes
valles profundos
todos conectados a los signos que aparecen
como alas en mi espalda
como una canción que vibra lentamente
que quiere voltearme
una canción enorme que vibra lentamente
quiere aparecer en esta escena como temblor principal
como bulla fundamental de todos los miedos
como la más insoportable recreación de un grito superpuesto
en la cara de gestos pulidos al detalle
al detalle de la avaricia de gestos
del resguardo constante
siendo la debilidad una característica basal
de la gente
y del azar que nos mantiene siendo:
amados odiados buscados reconocidos,
y a mi particularmente sensible
a la volubilidad de mis patrones rítmicos
de mis amores fácticos
a mi sangre correlativa al sereno
a mi pecho parecido al huracán
al vuelo más alto que jamás tendrá lugar en mi poeta
sensible definitivamente
a la verdad que se calló parecida a un mar enorme y enfurecido
mientras yo sólo era un niño
con un muro cayendo detrás.

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