viernes, 19 de febrero de 2010

Cara de roca, corazón de mar

La piedra tibia, envientada de mar
la palabra muda, en viento grité
sincerando a una, a las miles la verdad
desnudé preguntas, personas y mis pies.

piedra una a una, cuéntame a quien no amé
a quien si, a quien de roca dejé

piedra una a una, olvida que estamos
desnudo mis pies, quien viste, escriban quien es.


Ahora te lanzo, te veo en vuelo cargada
de arrebatos oleada, hundida y bañada
me veo piedrado, en asombro asoleado
silencioso y tirado, dormido en el fin de un comienzo.

insular en sur lejano
aquí, entre piedras, claras y oscuras
protegiéndose esta familia volcánica
pequeñas, grandes, abultadas
arañadas, saladas
duras, olvidadas
lanzadas en poesía apedreada:

me isla la alma, piedra gris calma
me vuelvo a vestir, piedra dura en cariz
me asombro, me vuelco entre tantas
tantas piedras redondeadas
esperando las caricias de su mar
o su ira desatada de corriente
piedras de canto sordo estridente
esperando el reposo o a un tiempo inexistente
o a un poeta oculto
bajo todas, cabalgando sin jinete
abriendo paso, entre camino entre la muerte
gritando fuerte, tomando notas transparentes
en sus recuerdos, en su coraza, puño valiente
en sus caídas, en sus paradas, almeja brillante
en las noches más lejanas
viento y mar picado
ante las luces más extrañas
movimientos caóticos
ante el silencio y la mirada
cara de roca, corazón de mar.

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