miércoles, 4 de julio de 2012

El perdón sobre mis niños


Abierto sobre el palco de un lugar aparte
Permanezco solo en un cristo aparte
Extraño el viento forzoso del izado pueril
Aquél de las mañanas vivas y los perdones insaciables
Los altos montajes que despertaban la imaginación
Los personajes cobardes
Y los personajes heroicos salidos desde mi pluma pequeña
Y todos aparte de un mundo aparte y gigantesco
Verificando la existencia de universos sin materia

Cristalina la evocación que decanta en mi mirada estelar
El dolor fluye en forma de argumentos grises y empolvados
Un sillón antiguo mece las piernas de un abuelo perdido
Yo parezco un abuelo saltimbanqui apenas sobre la cuerda
Yo estoy en la ventana azul de noche azul profunda cantando
Yo estoy extrañando con un sombrero y una flor en el corazón
Una flor que recién muere por el frío del invierno
Para dar otras flores marítimas chispeantes
No marchitas ni arrebatadas como la emoción del oleaje caudaloso
El mundo caudaloso los giros caudalosos y aparte de los palcos
De los saltos desde palcos sobre los públicos marítimos
Todos controlados por los flujos ajenos y las mareas desconcertantes

Aquél de las mañanas vivas era yo mar era yo miedo
El niño enorme sobre las quebradas y ventisqueros agrietados
Nada de esto es la realidad señores
Nada de esto y yo era el niño ¡amados!
Yo era el de las espadas y los vuelos
Las casas los bosques las herraduras los broqueles
Yo el de las catástrofes anunciadas y los rezos inconscientes
Yo era el clavo que arrancó la carne y yo fui el de las toses y resguardos
El de los brazos rascados y las cosas en su lugar
Yo fui el del conocimiento depositado al fondo de una jarra sedienta
Y yo fui también el mejor amigo del hombre antes que la muerte

La copa se llena de desperdicios
Y yo aparte en otros giros orbitantes
Sobre otras galaxias lejanas brincando tal las rocas lo hacen
Conversando acerca de un extraño suceso denominado algo
Como yo
Como la libertad en cuestión de segundos
Como la abreviación máxima de mi cuerpo en una espina
O la concreción de los sueños en una ráfaga ligera

He merecido soplar los cielos
He merecido borrar las cadenas salinas
He merecido tener los hijos de un pesebre
He tenido la libertad entre las manos
Casi mía.

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