lunes, 5 de diciembre de 2011

Noche 22

En el piso de la noche veintidós
Convertido momentáneamente al abajo,
Saludando la tierra somnolienta
Con un abrigo de pulgas secas:
No soy bienvenido en mi casa
No soy la persona que soñaba ser.

Los once años parientes del veintidós
Se quedaron juzgando con rebeldía
El calor insoportable de esta fiebre: sí,
Las manos sosteniendo vísceras tibias
Como una balanza de justicia humanitaria
Mis ojos vendados y un veintidós único
Grabado como el nombre a la piedra
Como el color de las flores en las lápidas
cuando ya están secas las intenciones.
¿Dónde recorren los ojos sus últimos paisajes?...
La cabeza apenas sostenida
Con el ruido amanecido de la ciudad
Numérico el dolor se deposita frágilmente,
Laten los corazones a veintidós ritmos
Que se oyen lejanos, pero comprometidos.

Comprometidos con la insistencia de la muerte.

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