jueves, 21 de octubre de 2010

una búsqueda que suma pérdidas, que son ramas

Infante, represento en lo que te has convertido:
una imagen, un libro bajo la manga mágica
una baraja sin comodines con cuatro ases perdidos
confundido, entre pinares que arden como rompientes
soles de la noche del delirio fronterizo
la mirada no puede sostenerse en sus dientes
el calor, un derrumbe sofocante
eclosión, inminente, llora el acero
soy sombra de una rama estos instantes.

Acá pequeño y súbito, niño del pálpito eterno:
juzgo con martillo atronador, la fiereza de la llama
trillando los dedos que no tienen trigo, martillando
he perdido el trino, el tino, por un yunque sobre mi espalda.

Obseso, rielando ideas desde una casa nublada por el silencio
me imagino ínfimo, con el saco de palabras roto
tomando cualquier objeto por muñeco
y una lágrima como brisa casual que no tiene regreso.

¿Dónde estas ocultando
el secreto azul de los hombres pequeños?
un espejo reticente encandila mis ojos
es tu defensa inocente frente a los cuervos que cargo.

¿Dónde estas ocultando
la sonrisa aquella de incontables hileras y brío?
Pensé que venías conmigo, cuando conducía el navío
Sin mirarte, mi garbo navío heredado, inalienable
transferido por el roce de un amor que no he sentido
dime el porque, pequeño niño:
¿por qué me has abandonado sin cruz, sin calvario y sin juicio?

No hay comentarios:

Publicar un comentario