lunes, 20 de septiembre de 2010

Bandera de nadie.

I

Cargo con calambre tanto
también de mi sinceramente amargo
dulce trashumante en lo posible
harto, deshumano en lo eterno
cargo, mi existencia en el bolsillo
derecho, mas bien en un libro
donde guardo, atándome a palabras
los diluvios de barcos sin velas
y quintales de harina helada
formando capas sobre cubierta
y olas de pan ácimo y uvas
y últimas cenas sin traidores navíos
sólo yo tengo mesa.


Mis apóstoles brillando
arriba sobre nubes y niebla
titilan mientras yo emplumado
desfallezco en rezumos de cera
mientras caigo y también cargo
con caballo iracundo sobre ruidos
agitado del odio ignorante humano.

Son mis dos manos
heridas de riendas y vivir
sobre gente soñando en sopores
ebrios, un mejor momento
lejos bajo mantas de tierra
rojos hieden, silencio ambulante
todos miran, nadie observa
"Moriremos sin haber aprendido a vivir"
yace escrito sobre un cielo de cemento y basura.


Me queda un simple rayo y nada más
que marque la tierra con señales
e incruste en las carnes las espuelas
para escapar relámpago del cielo
Y jamás oír
aullidos de niños colgantes.


II

Durante un día de cielo abierto
el sol se ha nublado repentinamente
se ha oscurecido tinta sobre nubes
¡son miles de pájaros atados a hilos!
abajo, en la tierra hay miles de formas
en llanuras amarillas cubiertas de espinos
maderas hirientes ya saben su destino
ígneo camino
será su calvario de humo
abajo en la tierra, hay miles de padres.

Bípedos armazones creadores de la vida
enseñando a sus hijos a elevar sus verdades
o quizás algunos sueños posibles
o quizás todas las derrotas seguras
o quizás a si mismos
sombreando las pupilas inertes
padres e hijos juntos abordo del viento
soplón incansable de venturas
aquél
que levanta objetos fugaces como cometas
no puede con estas figuras de ambición

y yo
en monociclo subiendo
los vericuetos de un hilo tenso
que va hacia la altura
por sobre todos mis límites
queriendo, cortar el filo de la duda.

viento: no pretendo tus pasajes
pequeños envites no me vencen
aquilón brillante sin fuerzas
arrastra a quien liviano
no carga con su carne
rasgando las contiguas
creyendo en un final
no sabe, que todo termina
y luego vuelve a comenzar
cada instante, cada vez más.

Recto camino ascendente
hilo blanco, firme invariable
no voy hacia un lado, ni hacia otro
amarro mi arnés a las nubes más próximas
alcanzo los fríos que nadie ha de sentir.

Tú, hilo infinito: Proyección de estrellas
estas viajando al punto donde
comienza esa luz cada noche sobre el cielo
soy inexorable escalando lunas
Y conquistando cirros sin preguntas del pasado.

Pájaro negro, tu eres el fin de mi camino
amargo volantín del dolor
todo ha de ser así, una unión de color
y vivir: un matiz de gris
pero no puedo quitar de mi vista
el blanco picacho de harina
elevado, mas allá del conocimiento
quiero alcanzar la cima
vamos viento, arráncame la tierra
de los pasos, desde aquí, contemplo
la felicidad con ojo mágico
con un microscopio al revés
todavía queda tiempo, se acabaron las tumbas
llegaré de sima a cima
y enterraré mis pies
Flamearé, eterno como bandera de nadie.

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