jueves, 16 de septiembre de 2010

Melipilla 2010

I

Estirando mis brazos a lo lejos
Vi cerros cubiertos de follaje
De cantos y verdores urticantes
Dolidos de distancia inexplicable

Inspirando noche tras luna
Cada nube que pasase
Olí austros silbidos invisibles
Paradojas de aquilones sin destino
Me vi plateado
Sin vida sobre un camino.

Recorriendo pieles y escamas de tiempo
Vi dos sombras queriendo
Más luz
Sentirse más definidos
Sólo un segundo.

Las flores silvestres lamentan
Su eclosión de albañal.





II

Estamos indignados con la noche
Hiriéndonos con cada llaga austeros
La crisálida revienta de sangre
Las uñas entierradas en su tumba
Y en la cima
Yacen dos cuerpos muertos
Famélicos de carne sin vergüenza
Ahogados, sumergidos en lamentos.

Estamos indignados sin los pechos
Lamiéndonos dos tajos sobre un rostro
Sin identidad, sin posibles ojos
Vuelo raso en despojos amarillos
Estamos indignados con la noche

¡hiede el sol de almas y gente en llamas!
¡esperad acantilado mi respuesta!
Sed de tierra, corto el aire clavado
Allá voy voraz y más descubierto
Corriendo entre la broza
Esquelética
Seco de veste, aterido de alma
Harto de saber pero sin suelo.



III (para mi hijo)

Capullo de hombre
Sobre un mar de sales
Inefables salares como templos
Témpanos, amados y bendecidos
Te vistes, te cubres
Te aman los mares barrosos
Inmarcesibles confines de tus huecos
Huelo un aroma a cabellos
Veo cimientos de huesos
Huelo los cortes y abismos
De las pieles escondidas
Bajo tus senos
Tus manos
Pequeño, ser pequeño.

¿Por qué no te vuelcas tiempo atrás
Y de nada te haces nada?



No querrías conocer a un hombre, menos a este mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario