jueves, 30 de septiembre de 2010

Oda escabechada

Desde una olla, he oído aliento
Efluvios de mezcla y fuego
Lento, desarrollo de sabores
Rubios naranjos marrones
Abrasados de abrazos vapores.

La distancia no daña la estela
El laurel permanece inmóvil
Instaurando sus sabor
a toda vela
Sobre un mar
de carne distante.

Cada cuál reuniendo a sus fuerzas
Perejil como imagen de la tierra
Cebolla lagrimeando cada capa
Pimentón violento de agasajos
Verde o rojo, amargo y sensato
Cada cuál reuniendo a sus fuerzas.

En el aire confluyen las dudas
En el agua burbujeante cuatro dientes
Cuatro de ajo incandescente
Despertando a su sangre picante
Derramando secretos de sus telas
De su centro concentrado casi en brote

Y al final del cristal sobre una tapa
Brilla al fondo de este mito lo importante
Esta la sal, que desde el mar o el desierto
Ha viajado, para secar y dar sustento
A esta cena ,que reposa ya en silencio.

Luego mañana o pasado dar los besos
Copiosas bocas de entrañables elecciones
Que han dado vida a esta cena revoltija
Última y primera por siempre para las manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario