domingo, 27 de marzo de 2011

Domingo 27 de marzo

Siempre tintan este aire de nostalgia
Las nubes de un domingo guardado
Supiésemos realmente a donde vamos
Supiésemos tantas cosas que ignoramos
Pero aún así volaría desconcertante
La duda desconcertante que nos place
Que nos hace, estar de pie ante su templo
Y regula cada respiro que viene naciendo
Hay un pañuelo seco que busca su ciclo
Hay un río dispuesto a regresar por sus hijos
Y unas cuantas lágrimas en las alturas inmediatas
Sin embargo ahora
Tus hombros
Tus espaldas
son mi nueva certeza
Cada altura innombrable que revelas
Como una verdad que tiene comienzo
Iza mí cuerpo de tierra
Soplado por tu ir y venir
Que depara la duda entre llagas pasadas
Que repara un vacío que no tiene vacío
Me entrego a tu explosión, me abniego en tu avalancha
Los campos extensos de tus mareas
Las raíces diáfanas de tus distancias
Nos hemos enredado en lejanía.
Ambos tenemos la mirada más ancha
Nos crecen consuelos
En cada segundo asesinado
Tenemos capullos inmensos
Valvas que abrazan la miseria
Navegamos con mar sin vela
Estamos aquí en eterno albor
viajando para llegar a costas propias
A orillas del corazón perdido
a orillas de aquella colmena que avisa
la brisa que golpeará nuestras ventanas
prepárate
toma el agua del cielo encapado
apaga la luna del árbol marchito
Cava con tus manos las montañas que verán los que siguen
Los que siguen y los otros que les seguirán
Para que tengan sombra y algo que contar
Algo que contar sin duda, con suavidad y ternura
Algo que contar de un epitafio
Y de su musgo rezagado ha lo ya dicho.